Dirección: Matt Reeves
Reparto: Gary Oldman, Andy Serkis, Jason Clarke, Keri Russell, Kirk Acevedo
Título en V.O: Dawn of the Planet of the Apes
Nacionalidad: USA Año: 2014 Fecha de estreno: 18-07-2014 Duración: 130 Género: Acción Color o en B/N: Color Guión: Mark Bomback, Scott Z. Burns, Rick Jaffa, Amanda Silver Fotografía: Michael Seresin Música: Michael Giacchino
Sinopsis: Diez años después de que Cesar (Andy Serkis) liderara una revolución de simios hiperinteligentes por las calles de San Francisco, y que un virus mortal aniquilara casi toda la Humanidad, un grupo de supervivientes inmunes al virus encabezados por Dreyfus (Gary Oldman) se enfrentan a una nueva civilización y a un planeta completamente diferente.
Crítica
Convertida en una de las sagas (tal vez la crudeza comercial del término franquicia no sea incorrecta) más fecundas de la ciencia-ficción de los últimos 50 años, 'El Planeta de los Simios' sigue dando prueba de su proverbial capacidad para construir metáforas sobre nuestro devenir... y nuestro pasado, sobre todo. La secuela que ahora propone Matt Reeves parte del final de la entrega anterior, en el que la exitosa revuelta emprendida por César (Serkis) libera a sus congéneres. Ahora estos viven en un mundo en el que impera una máxima rotunda (simio no mata simio) y en el que se desenvuelven en armonía: como en todo relato popular, aquí hay una Arcadia que se pierde por la irrupción de ese gran peligro que es el hombre.
Reeves, a quien, al fin y al cabo, no se le pide un discurso personal sino que sepa llevar a buen puerto un film ante todo espectacular, se las apaña no obstante para ir un poco más allá. Y lo hace a partir de situaciones que tienen ecos en otros géneros, como el western indio (qué otra cosa, sino, son esos blancos desvalidos que se adentran en territorio hostil; y esa ciudad/fuerte, San Francisco, acosada por los simios), para superar las rutinas de todo discurso fantacientífco. Y no sin contradicciones: la mayor tal vez sea, en un cine formalmente democrático como el americano, mostrar una comunidad presidida sabiamente por un único gobernante, evidente nostalgia de orden en un mundo en perenne peligro de entropía. Pero a la postre, el film demuestra sus bazas firmes en lo que es su razón última de ser: en las secuencias de acción, en la modulación constante de la amenaza armada (para los hombres, pero también para los simios), en la calculada ambigüedad ética en que se mueve este discurso sobre el Otro que no tiene trazas de agotarse.